27 de diciembre de 2006

Putos viejos metomentodos

Habría que recoger firmas contra los viejos metomentodos que te dan la charleta de gratis, quieras o no. Hoy he vivido uno de esos momentos en los que te das cuenta que ni Navidad ni hostias, que mandarías a cagar al yayo por muchos villancicos que suenen de fondo.
La tarde ya había empezado un poco mal porque yo andaba por Cornellá como vaca sin cencerro esperando que abrieran una puta tienda. Tienda que abrió más tarde de lo que abren las tiendas normalmente y que tenían menos género del que aparecía en su página web. O sea que salir tan pronto del curro ha sido en balde, toda la tarde echada a perder. Encima, por huir de los únicos baretos que había abiertos y que eran los típicos tugurios de viejos mirando el fútbol, me meto en una cafetería de ecuatorianos (sólo de ecuatorianos) donde pedí un té y me dieron una tila. Después de leerme dos periódicos no quise calentar más la silla y me fui a la calle a dar una vuelta. Pero con todas las tiendas cerradas a esa hora poca cosa se podía hacer. Así que decidí sentarme al sol en unos bancos de la plaza, para ver a los niños jugar al balón, que siempre es entretenido, y a ser posible, echar una cabezadita. Así que evité los bancos llenos de grupos de hombres ociosos (véase la entrada sobre paquistanís para conocer la causa de mi prevención hacia cierto grupo de hombres de aspecto ocioso que ven a una jovencita pasar) y me dirigí a los bancos soleados con madres y abuelas vigilando a los niños en los columpios. MAL. Mal hecho. No hay que acercarse NUNCA a unos bancos ocupados por ancianos sin asegurarse de llevar los cascos puestos con la música a tope, para que se note que no oyes nada, y no se te acerquen a darte la charleta.
Pero yo me senté y en vez de ponerme a escuchar a los Sabaton rápidamente, o jugar al Trivial en el móvil, o ponerme a dormir, me puse a contemplar a la típica abuela castradora que estaba al lado, esa abuela avinagrada de las de: "¡Niña, baja de ahí que te vas a caer!", cuando la niña está muy tranquilita sentada en el columpio y corre menos peligro que McGyver en un bazar chino. Y claro, ZAS, el depredador se abalanzó sobre su presa.
Es decir, el yayo me vio y rápidamente se fue a sentar a mi banco. Encima el tío empezó con mal pie: "¡No te tapes tanto!". O sea, que por si no tuviera yo bastante con rumiar todo lo mío, tengo que aguantar a un desconocido que me de lecciones de lo que puedo abrigarme y lo que no.
Con mi más refinada técnica paquistaní, sólo le miré y gruñí algo en respuesta. Pero es característico de estos tipos no ceder ante la primera repelencia y seguir dando la brasa. "¿Estás triste?Es que a mí no me gusta ver a la gente triste, yo soy una persona muy optimista, bla bla bla bla". A estas alturas yo ya echaba de menos no llevar una katana en el bolso. No, señor, no estoy triste, sólo cabreada porque estaba muy a gusto y ha venido usted a darme la brasa. Ya era demasiado tarde para sacar el móvil, recostarme hacia atrás o ponerme el minidisc. Cualquier movimiento, incluso el de levantarme para irme, iba a provocar algún reproche o conato de conversación. Así que miré de cercenar la charleta mirando para el lado de la abuela castradora, que en esos momentos había dejado por imposible a su nieta amiga de los deportes de riesgo y había ordenado a su nieto jugar al balón, para lo cual el niño acudió mansamente a quitarse las gafas y entregárselas a ella, pues es propio de todo niño castrado por una abuela neurótica aceptar sin rebeldía su complejo de gafotas inferior, que no puede llevar las gafas puestas mientras da golpecitos al balón, no vaya a ser que con unos movimientos tan alocados se rompan las gafas y se quede tuerto. Porque mientras los otros niños se estaban montando un partido que te cagas y ya iban 3 a 1, ganando el equipo del niño que a mí me caía bien, y que hacía de portero (aunque la portería era un tanto etérea), el pobre chaval estaba solo golpeando al balón con menos fuerza que el pedo de un marica. Encima, en una ocasión, se acercan los niños del partido hacia la zona que está él, y él se aparta un poco para no interferir en la jugada, y va y le suelta la tontolaba de la abuela: "¿Por qué te apartas? No te tienes que apartar por que los demás estén jugando." Demostrando que se puede obligar a tu nieto miope a jugar solo al fútbol sin gafas pero defendiéndose en la jungla del mundo, porque hay que enseñar a los niños a ser dominantes y seguros de sí mismos y no dejarse aplastar por el egoísmo de los demás. Vamos, que también era para usar la katana con la abuela y liberar a los pobres nietos de su sufrimiento.
En estas que uno de los niños del partido se pega una hostia y me salta el abuelo: "¿Ése es el tuyo?". Nada, que el tío no se rinde. Ahí le tuve que contestar que no, que ninguno era mío. A lo cual el tío empezó a filosofar que lo mismo podían ser míos que no podían ser míos, que poderlo ser alguno lo podía ser, que joven era pero que podía tener alguno, bla bla bla bla bla. Yo asentía con cara de mala hostia y cagándome en tos mis muertos, maldiciendo en mi interior no atreverme más a soltarle una bordería con todas las letras. Porque lo mismo si lo oía la abuela gilipollas o las otras señoras de alrededor, se juntaban todas contra mí, la juventud que sale muy mala, y esas cosas.
¿Por qué no podía ser ese yayo como el otro anciano que estaba más allá, inmóvil en otro banco, con un gorro orejero atado super hortera pero sin molestar a los desconocidos?
Menos mal que después de otro incómodo rato, se levanta el yayo pesao y suelta, y además tocándome la mano: "Bueno, me voy a dar un paseíllo. Que aquí me aburro. Claro, como no me hablas...". Le miré con cara asesina y le sonreí sarcásticamente, de una manera que podía ser entendida de muchas maneras. Yo quería decirle con esa sonrisa algo en plan "ni puta falta hace que te hable, si quieres simpatía vete a una barra americana o cómprate un perro y le hablas", pero como era un concepto difícil de resumir en una sonrisa, me quedó algo inclasificable. Pero que ya me puso de mal humor toda la tarde. Liberada ya del yayo repelente, me levanté y me fui a esperar a otro banco de otra calle, sintiéndome muy poco navideña.
Tengo que mejorar mi técnica de ahuyentamiento de yayos solitarios repelentes, para defender mi derecho de ciudadana de estar sentada a mi puta bola en un banco sin que nadie me de la brasa. Yo entiendo la tragedia de los pobres ancianos, solitarios y con ganas de pegar la hebra, pero jolín, que se busquen a otra persona que se note que está por la labor, en vez de meterse con otras generaciones absortas en sus pensamientos. No me estraña que los Ipods y los mp3 triunfen tanto. ¡Todo el mundo intenta huir de los yayos brasas!
En fin. Pasas frío, andas como una perra, aguantas movidas y encima te vas con las manos vacías. Menos mal que no es día 28. Porque bueno, así se explicaría la carta al director del que se quejaba de que los hijos de los creyentes iban a pagar las pensiones de los ateos. Pero no, iba en serio. Pero ésa no la comento. No sin una katana en la mano.

22 de diciembre de 2006

¡¡FELIZ AÑO 2012!!

Todos maltratamos

Vagabundeando por la red, en vez de estar haciendo algo productivo (una nunca tienen pirateado el Photoshop cuando se le necesita), me he encontrado una página sobre el maltrato psicológico que incluye una buena recopilación de falacias o argumentos incorrectos que merece la pena leer.
Vale la pena echarle un vistazo para darnos cuenta de hasta qué punto contaminamos los debates con falacias y malos argumentos, aunque de ahí a considerarnos maltratadores en potencia hay un buen trecho. Porque según este texto, TODOS somos unos maltratadores de la hostia, y maltratados, claro, y hombreeeeeeeeee...
A mi querido profesor de filosofía, "Viccenzo" , este texto le hubiera encantado (veis, ya he metido una falacia) . La cuestión es: ¿Cómo debatir sin caer en ninguna de estas falacias? Realmente me parece difícil hacerlo. Propósito de año nuevo: ser menos falaces.

En definitiva, es esencial aprender a identificar aquellos razonamientos que son falaces o erróneos de aquellos que no lo son, para así poder rebatirlos y evitarlos, así como para ser más capaces de presentar y exigir argumentos realmente correctos, verdaderamente lógicos.

Existen muchos tipos de falacias, por lo que aquí sólo presentaremos algunos de los más comunes:

# - "Falacia del Ataque Ad Hominem" o "Argumentum Ad Hominem": Consiste en intentar tener razón insultando, descalificando, desprestigiando, etc., es decir, agrediendo a la parte contraria o a cualquiera de sus circunstancias. Tiene el doble efecto de, además, debilitar la autoestima del otro y de alterarle emocionalmente, por lo que aumenta la probabilidad de que se ofrezca una resistencia menor y se acabe dando la razón al atacante.

Ej. "Eres un idiota / un pobre infeliz / un ignorante (y por lo tanto tengo razón / tú no la tienes)"; "No sabes lo que estás diciendo, los subnormales de tus amigos te han aconsejado mal / el idiota de tu psicólogo no sabe nada".

- "Falacia del Llamado a la Autoridad" o "Argumentum Ad Verecundiam": Consiste en intentar tener razón apelando a la existencia de una persona o realidad de tipo superior, que debe suponerse que apoyaría el argumento de quien lo verbaliza.

Ej. "Aquel sabio chino lo ha dicho (y por lo tanto tengo razón)"; "Nuestro Gran Salvador quiere que te sacrifiques por él y hagas todo lo que te pide".

- "Falacia del Llamado a la Experiencia": Consiste en intentar tener razón afirmando que se tiene más experiencia que la parte contraria en una temática en cuestión, o, simplemente, aludiendo a una experiencia especial, intentando obtener automáticamente una verdad por ello.

Ej. "Yo tengo mucha más experiencia que tú en esto / en la vida, así que no puedes hablar"; "Yo he estudiado cinco años en la universidad, así que..."; "Yo sé mucho más que tú de esto, así que..."; "Yo tengo veinte años más que tú, así que...".

- "Falacia de la Causa Falsa": Existen diversos subtipos. Consiste en intentar tener razón forzando una conexión que daría automáticamente valor, verdad o razón a lo que interese. Por ejemplo, estableciendo causas y efectos erróneamente, cuando puede tratarse de una relación debida a la casualidad o de una relación debida a una simple sucesión en el tiempo. También, confundiendo parte de la causa, o una de las causas, con la verdadera.

Ejs.

"Te mataré porque tú me estás obligando";
"Tienes todo el cuarto desordenado porque eres un vago" (cuando la causa puede ser otra);
"Si no hubieras hecho tal estupidez, no hubiera pasado esto" (típica relación temporal, pero no necesariamente causal);
"¿Otra vez te has olvidado? Te acordarías más de las cosas, si no estuvieras siempre pensando tantas estupideces";
"Si continúas con esa actitud, te va a ir muy mal";
"Yo ya trabajo demasiado para que ahora me vengas con esas tonterías que dices" (Como yo trabajo demasiado (causa), entonces tú no puedes decir esas tonterías (efecto));
"Tú estás todo el día aquí sin hacer nada, así que no me vengas con esas tonterías";
"Tú sabes perfectamente que no puedo sacar a pasear al perro / ayudarte a fregar, porque a esas horas estoy viendo la tele".

- "Falacia de la Composición ": Consiste en intentar tener razón argumentando que una parte o elemento de un asunto demuestran una verdad con respecto a todo el resto del mismo asunto: "La Parte Justifica al Todo".

Ej. "Tienes el bolsillo mal cosido, ya sabía yo que el vestido (todo el vestido) que has comprado iba a ser una mierda"; "La cena te ha salido fatal. No lo entiendo, si yo mismo/a te hice la compra" (aunque se trata de una ironía, el argumento intenta demostrar que la supuesta buena calidad de los ingredientes, determina a la fuerza la buena calidad de la cena).

- "Falacia de la División": Es el equivalente opuesto a la Falacia de la Composición: "El Todo Justifica a la Parte".

Ej. "Eres un / una incompetente. No me extraña, con la familia que tienes"; "Tu cara me da asco porque todo tu cuerpo es asqueroso".

- "Falacia del Accidente" o "Falacia de la Generalización Amplia": Consiste en aplicar una regla que en realidad carece de conexión alguna con el caso particular que se está tratando.

Ej. "En verano suele hacer mucho calor. Intentaré no volver a sobrepasarme" (se utiliza una regla que es verdadera, pero que no tiene nada que ver con la capacidad o incapacidad de sobrepasarse).

- "Falacia del Accidente Inverso" o "Falacia de la Generalización Apresurada": Consiste en utilizar una verdad particular o relativa haciéndola pasar como una verdad general o universal, pudiendo tratarse de un hecho puramente casual, accidental, fortuito, etc. Se intenta hacer una regla de algo que, por más frecuente que sea, no necesariamente implica una verdad absoluta.

Ej. "Te has olvidado de traer la sal a la mesa. ¡Es que siempre te olvidas de traer cosas a la mesa! / ¡Es que no tienes memoria!".

- "Falacia de la Afirmación Gratuita": Consiste en hacer pasar por verdad una afirmación sólo por el hecho de haberla afirmado.

Ej. "Perdóname, no lo volveré a hacer"; "Israel y Palestina van a iniciar una tregua"; "En ese país existen armas de destrucción masiva"; "El proyecto de esa comunidad no modificará nuestras leyes".

- "Argumentum Ad Populum" o "Falacia del Recurso Al Pueblo": Es cuando se recurre al propio pueblo para que, por ser apreciado y/o por tratarse de un gran número de personas, un argumento parezca correcto o verdadero.

Ej. "Los vecinos se reirán si les cuentas todas estas tonterías"; "Debes ser muy poco inteligente para actuar así en un mundo tan difícil" (como el mundo y su pueblo son difíciles, el interlocutor debe de ser tonto por actuar de determinada manera).

- "Argumentum Ad Numerum": Equivalente a la Falacia del Recurso al Pueblo, pero sin el factor emocional: Se alude a una simple mayoría o a una cantidad supuestamente suficiente de algo para intentar tener razón.

Ej. "La mayoría de la gente es mucho peor que yo, así que tienes que conformarte conmigo".

- "Falacia del Llamado a la Antigüedad" o "Argumentum Ad Antiquitatem": Consiste en intentar convencer utilizando un enunciado que se presupone verdadero sólo por ser antiguo, por haberse hecho siempre así, etc.

Ej. "Toda esposa debe obediencia a sus marido. Siempre ha sido así, y siempre lo será".

- "Falacia del Llamado a la Novedad" o " Argumentum Ad Novitatem": Es el equivalente opuesto a la Falacia del Llamado a la Antigüedad: Se intenta convencer utilizando un enunciado que se presupone verdadero sólo por ser nuevo, por no haberse hecho nunca antes, etc.

Ej. "Tú nunca antes has hecho esto: Te saldrá mal" (algo saldrá mal, sólo porque no se ha hecho antes); "¿Cómo te atreves a hablarme así, tú que nunca abres la boca?" (no puede atreverse a hablar de una manera determinada, sólo porque nunca ha abierto la boca).

- "Falacia del Recurso a la Fuerza", "Falacia de la Apelación al Miedo" o "Argumentum Ad Baculum": Consiste en ofrecer un temor como único argumento, por lo que, en realidad, no se presenta ningún razonamiento: Cualquier amenaza, extorsión, intimidación, etc. es utilizado para tener razón o, más precisamente, para que ésta sea otorgada. Es como un Ataque Ad Hominem, pero sólo a modo de anuncio o advertencia. Es el argumento de la violencia, de la demostración de la capacidad de hacer daño. Muy habitual en los Maltratadores, requiere sólo dos cosas: Tenerse algo de poder y carecerse de argumentos.

Ejs.

"Tú no dirás nada. Ya verás lo que te pasa si alguien se entera";
"Como vuelvas a equivocarte, te echaré a patadas de aquí";
"Nadie me dice a mi que hago las cosas mal, sin dejarse los dientes en el suelo";
"Si ese país no confiesa dónde esconde las armas, habrá que hacer algo al respecto";

"¿Dónde te has metido toda la tarde? ¿Has estado con otro/a, verdad? ¡Di que has estado con otro/a, o te deshago la cara a pedazos!".

- "Argumentum Ad Nauseam": Se intenta tener razón a través de la repetición insistente de una afirmación o razonamiento.

Ej. Es un recurso muy utilizado en política y en el ámbito religioso.

- "Falacia del Llamado Emocional", "Falacia de Apelación a las Emociones" o "Sofisma Patético": Consiste en intentar convencer solamente presentando un enunciado que provoque las emociones o los sentimientos del interlocutor. Recurrir a la emoción puede ser adecuado o acertado, e -incluso- necesario, si existe alguna razón que lo justifique. Pero cuando no hay más argumentos que un intento de manipulación, entonces la conexión entre la verdad que se intenta demostrar y la alusión emocional resulta inexistente, y, por lo tanto, no hay razonamiento alguno ni se demuestra nada.

Ejs.
"Te trato así porque te quiero";
"Perdóname, me sentía mal porque he tenido un mal día";
"No lo volveré a hacer, tu enorme belleza me pone demasiado celoso";
"No puedes dejarme. Si me abandonas, moriré de tristeza y me acabaré suicidando";
"Debes aguantarle por tus hijos, que son inocentes y no tienen la culpa de nada. Te pido que lo hagas como madre".

- "Falacia de Eludir la Cuestión" o "Falacia del Argumento Ignorado": Consiste en intentar tener razón trayendo a colación un argumento que poco o nada tiene que ver con la línea argumental llevada a cabo hasta el momento. Es cuando se cambia de tema desviando la atención del asunto o tema acerca del cual se está hablando, argumentando, discutiendo, etc. Es muy frecuente que, ante la protesta del sorprendido interlocutor, el otro intente demostrar que en realidad no ha cambiado de tema, o que existe una clara conexión entre uno y otro tema (logrando desviar una vez más la atención de la discusión inicial).

Ej.

-No me gusta que me trates así.
-¿De qué te quejas? Yo me mato trabajando para que no te falte nada, ¿y todavía te quejas? (ofendido/a).
-¡Eso no tiene nada que ver! (indignado/a).
-¿¡¡¡Cómo que no tiene nada que ver?!!! (más ofendido/a todavía). ¡¡¡Si tú hicieras la mitad que yo, no te quejarías de tantas tonterías!!!

La primera falacia de este ejemplo está en que se trae a colación un supuesto sobreesfuerzo, cuando el planteamiento inicial trata acerca de un Maltrato. La segunda falacia está en que, a continuación, se vuelve a desviar la atención trayendo a colación una supuesta conexión entre ambas cosas (que, a su vez, constituye además la Falacia de la Causa Falsa).

- "Argumentum Ad Logicam": Consiste en argumentar que una conclusión es falsa, sólo porque se ha dado la circunstancia de que el razonamiento previo no es correcto.

Ej.

-Has estado diciendo a mi familia que yo siempre estoy de buen humor cuando estoy a solas contigo, pero todo el mundo sabe que eso no es así. Tú me haces daño cuando no hay testigos.
-¡¿Todo el mundo?! ¡¿Y qué sabe todo el mundo?! ¡Si apenas nadie sabe que existes!.
-¡Como sea, me pongo de mal humor por las cosas que me dices cuando nadie puede oirte!.

Primeramente, se plantea un argumento incorrecto intentando establecer una verdad acerca del mal humor, recurriendo a una supuesta mayoría, y concluyendo que ese mal humor sucede cuando no hay testigos. Segundo, el interlocutor protesta acerca de una parte del argumento, señalando -con acierto- la incorrección del razonamiento ("todo el mundo"), pero su falacia está en argumentar omitiendo la verdad o falsedad de la conclusión presentada por su interlocutor. Finalmente, el interlocutor original no permite tal engaño y vuelve a traer su conclusión al diálogo.

- "Falacia del Equívoco", "Falacia de Ambigüedad" o "Falacia de Anfibología": Consiste en utilizar una palabra o frase en más de un sentido dentro del mismo argumento.

Ej. "¡¿No has dicho que te gusta hacer esto?! ¡Pues ahora harás esto!" (el sentido de lo primero está referido a algo que a la Víctima le gusta, pero lo segundo -evidentemente- guarda un sentido un tanto más desagradable -y que más bien le gustará sólo al Maltratador-).

- "Falacia del Muñeco de Paja", "Falacia del Espantapájaros" o "Falacia del Maniqueo": Consiste en argumentar presentando la posición del otro con una falsedad atacable a conveniencia, atacándola después y, finalmente, concluyendo que la verdadera posición del otro es falsa o equivocada. Es un recurso muy frecuente en política: Se tergiversa la postura del otro para desviar la atención de su verdadera postura y para, así, poder argumentar más fácilmente. El nombre de esta falacia se debe pues a que es más fácil atacar a un muñeco de paja -un falso hombre- que a un verdadero hombre. A diferencia del Ataque Ad Hominem, aquí se ataca no a la persona, sino a su -previamente alterada- tesis, posición o intención.

Ej. Citando frases fuera de contexto, aludiendo a supuestos significados ocultos o exagerando hechos o afirmaciones del contrario.

- "Falacia del Tu Quoque", "Recurso al Tu Quoque" o "Falacia del Tú También": Consiste en intentar tener razón acusando al otro de lo mismo que argumenta, girando 180 grados la atención del planteamiento original: el acusador pasa a ser acusado. Recurso muy típico del Maltratador Perverso, el cual siempre intenta evitar cualquier tipo de responsabilidad.

Ejs.
-Me duele que me digas esas cosas.
-¡Tú también me dices cosas que no me gustan!.
-Siempre estás hiriendo mis sentimientos.
-¡Eres tú quien siempre está hiriendo los sentimientos de los demás!.
-¿Por qué me haces esto?.
-¡¿Y por qué me lo has hecho tú?.

18 de diciembre de 2006

Ágata, semipreciosa

Antes de que se me pase el mes nombro como candidata positiva a recibir el premio Viña del Señor 2006 a la encantadora perra Ágata, terror de los narcotraficantes latinos por su eficacia a la hora de olfatear alijos y que está amenazada de muerte y bajo escolta. A la pobre la quieren envenenar. Espero que eso no suceda y que la crucen pronto con algún machote para tener gran cantidad de Agatitas y Agatitos que prosigan su buena labor. Sin duda, el único personaje que aparece hoy en los periódicos que realmente merece protagonizar una noticia. Todo sea para no tener que darla el premio póstumamente...(A esta perra se la lleva nombrando desde 2005, pero ahora que la han puesto escolta han decidido los jodíos perros de el Periódico y el Mundo dar la noticia.)
Mirad qué rica está en la foto, dando la patita como si fuera una persona. En cambio a mi perro le tenía que tirar del cordón del chorizo cuando se lo comía y después se le quedaba colgando después de cagar:


16 de diciembre de 2006

El Alquimista Lila-Paulho Coelho

(Traslado aquí la crítica literaria del libro "El Alquimista", publicada en Cal Rafa)

Debo empezar destacando que es difícil abstraer la obra de Coelho de la gran cantidad de subescritores de libros de autoayuda o reflexión introspectiva, más o menos camuflados en cuentos, fábulas y novelas, que se amontonan en la sección de más vendidos de las librerías. Yo lo consideraría un maestro de su género, aunque él, humildemente, jamás se ha considerado tal. Pero es difícil no acusarle de escribir ese tipo de literatura: historias breves, escritas de forma sencilla y con un tono casi didáctico, que animan a la superación personal, transmiten respuestas espirituales y dan 4 consejos sobre cómo solucionar problemas vitales. Más que incitar a la reflexión desde una posición neutra, dan consejos de vecinita hippie, por así decirlo.
Que haya millones de seres que lo consideren un gurú (aunque él no esté demasiado conforme) denota hasta qué punto la gente necesita un pastor, una luz guía, alguien que les haga reflexionar incluso sobre soplapolleces nimias, que les recalque lo más sencillo y se lo dé todo masticadito, en novelitas cortas escritas con sintaxis de primero de la ESO. Y es que no todo el mundo es capaz de sacar conclusiones leyendo a Dovstoievski o a Camus, la gente necesita que le den las lecciones en forma de papillita, en 200 páginas. Esa prosa “sencilla y sin artificios” la he visto en libros del estilo “De dónde vienen los niños”. Los capítulos son cortos, para poder detenerse a reflexionar entre parada y parada de metro. A nivel estilístico poco más hay que comentar, salvo eso, que al señor Coelho se le va la mano con las tijeras de podar y lleva demasiado al extremo de la sencillez. Que una cosa es quitarle la grasa al jamón y otra dejarlo en el hueso.
Paulho Coelho ha dejado dicho en entrevistas que si la crítica no le apoya, es por que es demasiado rígida, que él viene con un lenguaje novedoso, directo al tema. Vamos, la típica explicación de todos los vapuleados por la crítica: es que los críticos no tienen ni idea. ¿Lenguaje novedoso? ¡Pero si ya lo utilizaban los guionistas de Barrio Sésamo en las escenas de Súper Coco! Directo, conciso, sin prolegómenos, sutilezas ni adornos, poco literario, y coqueteando con el reparto de moralina.
Pero Coelho insiste en que sus libros no imparten enseñanzas a no ser que se les saque de contexto, y que sus libros no son maniqueos. Lo de la manipulación de los fragmentos que se sacan de contexto es cierto, claro. Y quizás sus libros no pequen de maniqueos, pero sí de ingenuos y simplistas, incluso atravesando el escollo del lenguaje. Vamos, que tras el fino cristal de la botella hay...aire en el interior igualmente. Aire perfumado, eso sí.
Porque ese simplismo encierra una amenaza y es que los personajes carecen de fuerza dramatica (al menos, de la fuerza que se les supone a unos personajes de novela, no de libro de autoayuda). Son inconsistentes, demasiado impenetrables, no se ayuda a comprender sus ideas, no parece que razonan si no que otra fuerza les impulsa, resultan superficiales, esbozados. Son puro símbolo. El desenlace de la novela también se huele desde el principio. Los resultados son predecibles: el héroe lo consigue (sea lo que sea), aprende la lección, que felices somos todos, ha costado pero al final nos lo pasamos super chupi y hemos aprendido un montón, ahora somos mejores personas.
Expliquémonos dando detalles.
El protagonista es un pastor, Santiago, que abandona sus ovejas para llegar a cumplir su sueño, su “Leyenda Personal”, alcanzar “el tesoro” (obsérvese la originalidad de la propuesta, nunca vista antes en la literatura simbólica). Para ello viaja y alterna con personajes que le ayudan o desvían de su objetivo. Los personajes son simbólicos y de lo menos originales: el pastor, el rey sabio (que habla de tú a tú con el pastor, por supuesto), la adivina gitana, la muchachita árabe (súper mona de la muerte, por supuesto), el amigo que después resulta ser un ladrón (por supuesto), el alquimista (cómo no)... Se supone que el uso de tantos simbolismos es una forma se representar “el lado femenino” de la creación, o al menos es lo que e lautor ha dejado dicho.
El libro se inicia con un prólogo que incluye una historieta cursi sobre la Virgen y el niño, así como una cita bíblica, para que no pase por alto el trasfondo religioso y católico de las enseñanzas del libro (la religiosidad personal es algo que no oculta el escritor en sus entrevistas).
Rápidamente empiezan a menudear perlas del pensamiento filosófico occidental, del estilo “las ovejas se han acostumbrado a sus horarios”, “es porque las ovejas enseñan más que los libros”, “es precisamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace la vida interesante”, “se ama porque se ama”, “no hay ninguna razón para amar”...¡Qué profundidad de percepción de las ansias vitales y la problemática de las relaciones humanas! Los diálogos también son del estilo.
Y es que la conclusión del libro (después de las andanzas algo caóticas entre personajes de gran calado simbólico) es que El Amor (no sexual, se entiende) es la fuerza que transforma y mejora el Alma del Mundo, que es parte del alma de Dios, que es la suya propia también. Obsérvese la inclusión de Dios en la ecuación.

Cuando un noble impulso alienta el corazón de un hombre, la naturaleza entera aúna esfuerzos para que pueda llevarlo a la práctica. Ese es el tema que subyace bajo la novela "El Alquimista”. O como dirían los castellanos, “si naciste para martillo del cielo te caen los clavos” o “Dios proveerá”. Lo cual es una soplaguindez, una ingenuidad y una absoluta falta de respeto hacia la gente a la que la vida no le da la recompensa que se merece, que son muchas. Mientras los espabilados y listos cometen tropelías para conseguir dinero y riquezas, mucha gente esforzada sigue a dos velas porque el universo debe estar entretenido ayudando a tíos lilas como Santiago a realizar su leyenda personal, en vez de ayudarles a ellos. No, lo lamento, pero no sólo basta un noble corazón para que todo salga a pedir de boca y se cumplan tus sueños. Y quien diga lo contrario está incurriendo en un vil engaño. Pero es agradable oirlo, a ver si a fuerza de que te lo repitan te lo acabas creyendo. Vienen a ser como un analgésico sin pastillas.
Según queda escrito y para que nadie lo dude: "El Alma del Mundo se alimenta con la felicidad de las personas. O con la infelicidad, la envidia, los celos. Cumplir su Leyenda Personal es la única obligación de los hombres. Todo es una sola cosa. Y cuando quieres algo, todo el Universo conspira para que realices tu deseo." Con dos cojones. Esa frase me resulta profundamente antihumanista. Además en mi caso la conspiración debe de ser dificultosa porque aún está el Universo en ello. Paciencia y pim-pam.
Pero sigamos hablando de El Amor. El amor que se describe es etéreo, espiritual, y completamente anti-pragmático, poco práctico, y nada erótico. Pero muy absoluto. En plan “el destino ha querido que te amara, te amé desde antes que existieras, sólo te amaré a tí”. Vamos, que nada de esas teorías científicas sobre la oxitocina, ni leches. Se supone que es un amor incondicional, sin una causa concreta, pero evidentemente tampoco es hormonal, porque eso sería muy poco romántico. Raro que no haya decidido simbolizar ese amor de una manera más etérea, y no con una simple historieta de enamoramiento heterosexual entre adolescentes. Porque es demasiado poco inspirado.
Porque sí, señores. En la historia hay “chica”. Cómo no. La “novia de”. De hecho hay dos personajes femeninos. A este respecto en la novela se percibe un sutil machismo. No me refiero a que los únicos personajes femeninos que aparecen (la hija del comerciante y Fátima) sean personajes “de fondo” (no ya secundarios, es que son terciarios o cuaternarios!), ni que el protagonista las llame “niñas”, si no que responden a un cliché arquetípico de lo menos espiritual (en cuanto a profundo).
Empecemos por el personaje de la hija del comerciante. Es guapa y por eso se supone que el protagonista siente inmediatamente hacia ella un amor místico super espiritual de la hostia, un flechazo universal muy potito y muy herboso que después nos enteraremos que no era para tanto, que era sólo un rollete, porque la que se lleva el gato al agua es Fátima. Pero a destacar la conversación que se establece entre los personajes, donde con inigualable maestría de experto literato, el autor concentra en pocas líneas una contenida pasión, un océano de fuego, un ardor amoroso que a duras penas se puede esconder, un magnetismo animal, una electricidad arrolladora, una atracción que supera cualquier barrera:

-Necesito vender algo de lana.
-No sabía que los pastores fuerais capaces de leer libros.
-Es porque las ovejas enseñan más que los libros.
-¿Cómo aprendiste a leer?
-Como todas las demás personas. En la escuela.

Vamos, que me recuerda a las típicas conversaciones triviales de ligón no suficientemente borracho en una discoteca.

-Hola
-Hola
-Bailas?
-No sé...
-¿Llevas mucho tiempo aquí?
-...Bueno...

Vamos, que ya se nota que la novela es del rollito espiritual, quien quiera hormonas, carne, sexo, erotismo, cuerpo, materialidad, testosterona, mordiscos entre sábanas, aquí no los va a encontrar. El Amor no es eso.
La siguiente mujer es Fátima, la mujer que realmente enamorará al héroe (de la misma forma tibia y etérea que la anterior), y que decidirá, cual Penélope, esperar de brazos cruzados a que el protagonista realice su leyenda personal. Es de suponer que porque ella no tiene más leyenda personal que esperarle a él, claro. Y es que ya se sabe que, cuando deseas con fuerza una cosa, el Universo confabula para que te topes con la pava más sosa del mundo, con horchata en las venas y que esté dispuesta a esperarte lo que haga falta incondicionalmente. Ahí está la planura machista del personaje. Podía haber sido una chica de armas tomar, y haberse resistido sibilinamente a que el héroe marchara, insistiéndole en que se quedara echando mano a sus artimañas de seducción (ahhh, la vieja disyuntiva entre el amor y la realización personal, qué gran dilema espiritual, que nunca pasa de moda), o haberle dicho que nones, que si se va, ella se busca a otro, o haberle propuesto acompañarle para buscar la leyenda personal juntos (¿qué tiene de malo esta opción?). Pero no, es un personaje totalmente pasivo e inactivo, muy en su papel de mujer sumisa de “no te preocupes cariño, tu vive tu vida que yo me quedo aquí esperando a que vuelvas, como es el deber de toda mujer con el hombre al que ama”. A juego con lo empanao que parece el protagonista. De esta manera el protagonista tiene vía libre de obrar según lo que le diga el Universo sin sentimientos de culpabilidad. ¡L’amour!! Porque está claro que el mensaje del libro, que el mayor tesoro que se puede encontrar es El Amor, se descubre cuando dejas a la piba lejos y te vas por esos mundos, en vez de quedarte con ella y formar una familia. Claro. Es que en el salón de tu casa, pocos Tesoros Universales vas a descubrir. Tienes que viajar una buena tanda de kilómetros. Eso lo sabe hasta el Tato. A no ser que seas Kant y puedas permitirte no salir de tu pueblo, claro. El viejo lugar común del viaje como requisito para obtener las respuestas vitales. Yo creo que Iberia está detrás de todos estos libros, metiendo dinero bajo cuerda.
Y es que los arquetipos de “escucha a tu corazón” y “el destino te hará llegar a donde debas” son una constante. Así de fácil, así de rápido, así de original. En definitiva: los planteamientos no son originales, vende espejismos baratos, ¡¡y con gran éxito!! Lo de escuchar a tu corazón queda bien en las canciones de Roxette, pero un tío con los huevos negros ya debería tener prudencia a la hora de aplicar esa frase. No pueden dejar de chocar las contradicciones. Hablando del Amor, confunde el amor entre las personas con el Amor de Dios. Hablando de la fuerza individual, los personajes son marionetas en manos del Universo. Pero vamos a ver, ¿en qué quedamos?
En fin: novelita sencilla y buenrollista sobre buenos sentimientos y respuestas etéreas a las dudas de la existencia. Yo me quedo con su optimismo recalcitrante, su positivismo, sus ánimos de superación personal (que nunca están de más), su capacidad para saber tocar la fibra sensible de la gente y el toque naïf rico en glucosa. Eso es lo mejor de la novela. Sobresale como ejemplo inmejorable de la filosofía del autor (superior a las novelas posteriores), y es el típico libro que deleita a quien se siente identificado con las ideas que se transmiten, pero que a un lector algo más cínico y crítico le resultará vacuo, ingenuo, un puro cuento de hadas, e incluso, si lo lee en una buena racha, directamente insufrible por la superficialidad y simplismo de los conceptos.
Yo lo compré muy recomendado y sentí que tiré el dinero. Debió ser que no lo leí en pleno síndrome premenstrual y no me conmovió según lo previsto. ¿Seré una criatura perdida y poco espiritual, que no ha sabido encontrar el Amor? Me arriesgaré.

6 de diciembre de 2006

A juego con mi actual estado de ánimo, bastante pesimista y desencantado, os dejo un haiku antes de pasar tranquila y amorosa el largo puente.

Las gotas tristes
que bajan los párpados
por la tormenta.

3 de diciembre de 2006

Es malo ser friki cuando no te quieres rascar el bolsillo. Me han sobrepujado en el último minuto, y todo porque aunque estaba dispuesta a pagar la obscena cifra de 36 euros, alguien en el último minuto ha pagado 37...Y todo después de barruntarme pagar más...En fín, adiós a mi cobrecita nueva; espero que sea cierto que el Maromo tienen el juego en el pueblo...Snif. Qué tristeza más tonta me ha entrado.